La edad de las rocas más antiguas conocidas
Un equipo de geólogos canadienses confirma la formación de la corteza terrestre en el Eón Hádico, hace más de 4.000 millones de años.
02.04.14
Por RICARDO CASTROVIEJO
Es difícil imaginar cómo aparecería la Tierra en sus inicios. Tal vez la lectura de Dante Allighieri pueda ayudar: los geólogos identifican como Eón Hádico (de hades, infierno) dicho estadio. El Eón Hádico comprende desde la supuesta acreción de polvo y gases cósmicos (hace aproximadamente 4.570 millones de años) hasta el planeta ya estructurado en núcleo, manto y corteza (hace aproximadamente 4.000 millones de años) y se caracteriza por su violenta dinámica, frecuentes impactos meteoríticos, lagos de lava ardiente, etcétera.
De estas etapas primitivas de la evolución terrestre solo se podían establecer hipótesis, ya que era muy difícil encontrar rocas tan antiguas que no hubiesen sido ocultadas o transformadas por los procesos geológicos posteriores. Únicamente se habían encontrado vestigios microscópicos resistentes (circones) de su desmantelamiento por erosión. La edad de estos circones se había estimado 4.400 millones de años, pero se carecía de información sobre la roca primaria de la que procedían
Resulta, por tanto, excepcional la identificación de rocas de esa época conservadas hasta hoy, descubiertas gracias a un equipo de geólogos de la Universidad de Montreal (Canadá). Estos geólogos [1] han demostrado que el cinturón de rocas verdes de Nuvvuagittuq (CRVN), en la bahía de Hudson (Canadá), representa un terreno hádico y decidieron investigar sus rocas máficas, como testigos más directos de la corteza más temprana, derivada de la fusión parcial del manto primitivo. Analizando las relaciones isotópicas de samario (Sm) y neomidio (Nd), dichos autores encontraron la siguiente secuencia en el terreno del CRVN:
1) 4,3-4,4 millones de años: coladas basálticas y diques de la unidad Ujaraaluk.
2) 4,2 millones de años: intrusiones de composición gabroica.
3) 3,8-2,7 millones de años: otros episodios (fusión parcial, metamorfismo).
Otra conclusión novedosa es que el CRVN se formó menos de 300 millones de años después del inicio de la acreción terrestre, por lo que los autores sugieren que los procesos responsables de la génesis cortical se activaron muy temprano en la historia de la Tierra y que existía ya una corteza estable poco después del impacto que dio origen a la Luna. Se considera que los basaltos de Ujaraaluk en el CRVN, con 4.300-4.400 millones de años, y los circones de Jack Hills (Australia), con 4.400 millones de años, son contemporáneos de la formación de la corteza lunar (aproximadamente, 4.360-4.4100 millones de años). Según algunos autores [2], ya existía una protocorteza máfica separada del manto hace más de 4.470 millones de años.
Estos trabajos muestran cómo el perfeccionamiento de las observaciones geológicas y la aplicación de técnicas analíticas de última generación amplían los límites del conocimiento, documentando procesos insospechados hace solo unos decenios. Así, en la península Ibérica, las rocas más antiguas encontradas son ahora unos gabros de 1.200 millones de años pertenecientes a una formación de ofiolitas en el complejo de cabo Ortegal, en Galicia [3].
Las ofiolitas son unas asociaciones de rocas complejas que se conocían desde el siglo XIX en los Alpes, pero cuyo significado solo ha sido comprendido en los últimos decenios, al ser interpretadas a la luz de la teoría de la tectónica de placas como vestigios de corteza oceánica incorporada a los continentes por procesos de acreción. Desde entonces han pasado a constituir un tema señero de investigación. Son importantes por su potencial en recursos minerales (cromo, platino, cobre, oro, etcétera). Y también por su significado geológico: los océanos actuales son todos relativamente jóvenes (con edades menores o iguales a 200 millones de años), ya que el movimiento de las placas terrestres los recicla y los hace desaparecer, lo que implica que la corteza oceánica más antigua solo se encuentra en ofiolitas.
La investigación reciente ofrece sorpresas también en este aspecto. Un equipo internacional encabezado por el grupo de investigación Recursos Minerales (Girmi) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) ha demostrado recientemente [4 y 5] la presencia de ofiolitas de edad insospechada: el macizo de Tapo, a 4.000 metros de altitud en la cordillera oriental de los Andes centrales peruanos (cordillera de la Edad Terciaria). Este complejo ofiolítico, desarraigado y emplazado actualmente sobre sedimentos de menos de 350 millones de años, se compone de rocas magmáticas formadas en un fondo oceánico y de edad Sm-Nd de 718±47 millones de años (Neoproterozoico). Han sufrido metamorfismo en el Ordovícico a más de 40 kilómetros de profundidad y aportan la primera prueba de colisión y acreción del terreno de Paracas al orógeno andino.
[1] O'NEIL et al. Precambrian Research, 23-44, 220-221, 2012.
[2] RIZO y cols. Nature,491, 2012.
[3] SÁNCHEZ MARTÍNEZ y cols. Journal of the Geological Society of London, 163,737-740, 2006.
[4] CASTROVIEJO et al. y WILLNER et al. XV Congreso Peruano de Geología, Cuzco, 2010.
[5] TASSINARI et al. Journal of South American Earth Sciences, 2011.
Ricardo Castroviejo es catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas y Energía.