Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) participan en un estudio que confirma el enfriamiento de esta región polar y la ralentización del retroceso de los glaciares en la zona.
Durante los últimos días han salido a la luz recientes investigaciones científicas que constatan el acelerado retroceso de los glaciares en Groenlandia y el continente antártico como consecuencia del calentamiento global, poniendo de manifiesto los adversos efectos que ello podría tener a nivel planetario. Sin embargo, la Península Antártica, la región más cálida del continente antártico y donde se localiza la mayoría de bases científicas, muestra un notable enfriamiento durante la última década.
Hasta la fecha, la práctica totalidad de estudios científicos e informes internacionales de referencia ̶ como el Panel Internacional del Cambio Climático (IPCC) ̶ habían señalado la Península Antártica como una de las áreas de la Tierra donde el aumento de temperatura había sido más pronunciado desde mediados del siglo XX, con un incremento de hasta +2,5ºC. A estas condiciones climáticas más cálidas se asociaban una intensificación del retroceso de los glaciares y la expansión de las áreas libres de hielo, la colonización de estas nuevas zonas libres de hielo por la vegetación y los cambios observados en la distribución de las especies animales.
Un análisis más detallado de la evolución de las temperaturas de 10 estaciones de la Península Antártica desde mediados de siglo XX hasta 2015 llevado a cabo por investigadores de universidades españolas, entre ellas la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicación de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), portuguesas y checas ha sido publicado en el último número de la revista Science of the Total Environment. Los resultados de este estudio muestran que el calentamiento sostenido alcanzó su máximo en 1998-1999 cuando la temperatura alcanzó los valores más elevados medidos en la región, coincidiendo con el fenómeno de El Niño más intenso de las últimas décadas. Desde entonces, las temperaturas han descendido significativamente, hasta casi 1ºC, en la última década (2006-2015) con respecto a la anterior (1996-2005) en las zonas norte y nordeste de la Península, y valores similares en las Islas Shetland del Sur, donde se localizan las bases científicas españolas Juan Carlos I y Gabriel de Castilla. Los cambios observados en el extremo sur de la Península han sido mucho más modestos.
Este enfriamiento está teniendo repercusiones en los medios terrestre y marino de la Península Antártica. Los investigadores que allí trabajan están observando una mayor presencia de hielo marino en la región, una ralentización del retroceso de las los glaciares y plataformas de hielo, un cambio de pérdidas a ganancias netas de masa en la superficie de los glaciares del norte de la Península, una reducción del espesor de la capa activa del permafrost (suelo permanentemente helado que se descongela estacionalmente cerca de la superficie) y una mayor duración de la cobertura de nieve. Aunque todavía no se ha constatado, cabe esperar que esta tendencia reciente pueda tener también implicaciones en la flora y fauna allí de la región.
Estas observaciones chocan con las tesis extendidas en la comunidad científica internacional hasta la fecha, que definían esta zona como una de las que más se había calentado del planeta y asociaban a este calentamiento acelerado los cambios observados en los ecosistemas. Estudios futuros deberán dilucidar si el enfriamiento detectado responde a una dinámica local de corto alcance o si se trata de un cambio de ciclo de larga escala.
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