Un dispositivo ocular, basado en nanopartículas ferrofluidas, mejora tanto el resultado de la operación como el bienestar postoperatorio del paciente.
La nueva metodología, fruto de la colaboración entre investigadores del Centro de Tecnología Biomédica de la Universidad Politécnica de Madrid, el Hospital Universitario Ramón y Cajal, la Universidad Autónoma de Madrid y el CIBER de Biomateriales, Bioingeniería y Nanomedicina, mejora notablemente el postoperatorio del paciente, ya que evita las posturas cefálicas incómodas, la inflamación y posibles cataratas, así como las recaídas. Además, la agudeza visual del paciente es buena desde un principio.
La alta incidencia mundial de esta lesión hace del desprendimiento de retina una de las intervenciones oftalmológicas más comunes. Además, en aproximadamente el 50% de los casos se hace necesaria una segunda intervención.
Actualmente, la forma más frecuente de corregir el desprendimiento de retina implica abrir en el ojo unas incisiones que permitan reacomodar la retina en su lugar y después inyectar una sustancia, conocida como taponador, que obstruya el agujero que provocó tal desprendimiento. Para que estas sustancias tengan el efecto deseado, la posición del paciente ha de ser una muy específica, lo que resulta muy incómodo. Un taponador que permitiera mejorar la calidad de vida del paciente supondría un gran impacto social.
Esto es lo que han conseguido estos investigadores, diseñar un implante ocular magnético que utiliza como taponador un ferrofluido. Así, las partículas magnéticas inyectadas intraocularmente son dirigidas hacia la zona del desgarro retiniano gracias a un campo magnético creado por un imán suturado a la esclerótica (pared externa del ojo), lo que permite al paciente no tener que adoptar posturas incómodas después de la operación.
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